Entre otras formas de matar al Amor.

Aquella noche, Natalia había cedido una vez más a la tentación de salir con sus amigas a un antro de moda. Había cumplido con el ritual de esmerarse en su arreglo con la vela encendida para conocer a alguien a quien valiera la pena querer y darle todo el Amor que se acumulaba en su pecho desde que terminara su última relación sentimental. Su ilusión se mantenía viva, a pesar de las numerosas veces en las que se había ilusionado con un chico sin que las cosas pasaran a mayores. Desde el que pedía su número de teléfono para nunca llamarle, hasta el que la invitaba a salir una o dos veces, coincidían en borrarse del mapa. La experiencia más dolorosa había sido con Pablo, con quien había pasado esas primeras etapas de mariposas inciertas para dar lugar a una relación con tintes de normalidad, habían salido varias veces que a la postre le ganaron los puntos suficientes para que en otras ocasiones el plan fuera no salir. Hasta que un día no supo más de Pablo. No es que se hubiera muerto o cambiado de ciudad, simplemente él dejó de responder a sus Whatsapps y llamadas telefónicas. Natalia no logró reunir el coraje suficiente para buscarlo en persona, su madre decía que al buen entendedor pocas palabras, o pocos Whatsapps si trasladamos el refrán a la época actual. Por semanas esperó un mensaje en el que le dijera que había tenido que salir de emergencia a la Sierra Madre a acompañar a su abuelo de 105 años en sus últimos días; un abuelo del que nunca lo escuchó hablar, pero que explicaría a la perfección su repentina desaparición y nula comunicación. Con el paso de los días la espera cedió terreno a la desazón y el dolor. Detrás de la falta de palabras había una dolorosa verdad: “no eras tan importante como para despedirme de ti”.

Desapareció -> No se despidió – >No terminó la relación -> No responde los mensajes -> No se comunica -> No se muestra -> ¿Por qué me hizo eso?

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“Corazón tú sí sabes quererme como a mi me gusta” grita la canción desde el fondo de los corazones idealistas y románticos sin remedio. ¿Pero en verdad hay quién sepa querernos como nos gusta?, seguramente la historia de  Natalia con Pablo no da fe de eso. A quién le va a agradar que la persona con la que sale, con la que construye algo, desaparezca como un fantasma. Precisamente, Ghosting es el término acuñado para describir dicho fenómeno, que no es otra cosa que la práctica de terminar una relación sentimental con otra persona de improviso, sin ninguna advertencia o explicación y sin que medie comunicación alguna. Desaparecer simple y sencillamente como un fantasma. Eso es Ghosting.

En algunos casos ocurre durante las primeras citas y en casos extremos, como el de Natalia y Pablo, sucede cuando la relación está más avanzada y los sentimientos han hecho aparición, uno de los dos se vuelve un fantasma. El Ghosting no es exclusivo de los hombres, cada día es mayor el número de mujeres que también recurren a esta manera de despedirse a falta de una mejor manera de enfrentar la realidad.

Para el que se vuelve humo, parece una salida fácil, no es necesario dar explicaciones, ni atravesar situaciones incómodas, tan solo se evitan un mal rato, incluso hay quienes intentan justificarse argumentando que estas despedidas son menos dañinas. Sin embargo, para la victima del Ghosting, es una experiencia devastadora y traumática.  Los fantasmas disfrazan su comportamiento de benevolencia, cuando en realidad es una actitud cobarde e inmadura.

El Ghosting afecta la autoestima del que lo sufre y provoca una sensación de abandono. La victima se siente traicionada y ansiosa, como si un ladrón hubiese entrado de noche en su pecho y hubiese robado una parte del corazón. Pasada la sorpresa, viene la furia hacia el desertor, en muchas ocasiones las malas vibras se vuelcan hacia sí mismos, a culparse en un círculo vicioso e infinito acerca de lo que se hizo mal, acaso algo que se dijo o si fue muy intenso o apocado, insignificante o descolorida.

En la actualidad es cada vez más común esta práctica, sobre todo en las redes sociales, en donde la falta de contacto visual y cercanía física hace más factible y tentador no responder más a los mensajes a quienes han dejado de ser interesantes. Pareciera que la distancia vuelve menos humanas a las personas y se olvida que también tienen un corazón en donde florecen sentimientos y se desestima cómo se verán afectadas por las acciones de un fantasma.

Así haya sido una cita o veinte, si no se quiere volver a ver a esa persona se le debe una explicación, tampoco importa si son 5 minutos o una hora. La mejor manera de terminar una relación es ser claro, abierto y honesto, refleja una actitud madura emocionalmente y permite que la herida pueda cerrar de manera natural. Quizá el receptor no pueda apreciar el gesto, pero al menos podrá dejar atrás la experiencia más rápidamente y con menor daño psicológico.

Si has pasado por la mala experiencia de una relación Ghosting:

El primer paso para recuperarse es aceptar el hecho de que esa persona se ha ido. Sumirse en la negación e inventar excusas para su repentina e inexplicable ausencia es tan tentador como inútil, alimentar la esperanza de que el fantasma regrese solo retrasa la sanación. Si después de una semana no aparece y tampoco responde los mensajes para dar alguna respuesta amistosa o de seguimiento, el diagnostico es definitivo, tu Romeo o Julieta se ha convertido en un fantasma.

El segundo paso es no caer en el error de stalkear sus redes sociales o buscarlo en su trabajo o restaurante preferido. Esta actitud solo evitará que sigas adelante y te quedaras estancada(o) en un círculo vicioso que lejos de ayudarte, solo te sumirá en una tormenta de más dudas, incertidumbres y auto-recriminaciones, acompañada de ráfagas de odio y resentimiento al darte cuenta que la otra persona ha seguido adelante. No le des la importancia que no se merece, elimina su número telefónico de tu celular y su nombre de tu mente, haz todo lo posible para no pensar en esa persona hasta que la hayas superado.

El tercer paso es aceptar que su actitud es culpa suya, nada tiene que ver contigo y tampoco hay algo mal en ti; como también es responsabilidad suya la decisión de desaparecer, una señal inequívoca de inmadurez emocional, que evidencia su carencia de recursos para enfrentar los rompimientos, encarar los problemas y buscar una solución basada en el diálogo, la negociación y el acuerdo.

Si tu fantasma fue lo suficientemente inmaduro y cobarde para desaparecer sin darte una explicación, míralo como que te hizo un favor, como una señal de que el problema no eres tú, sino él, ya que es evidente que no estaba listo para una relación sentimental real, seria y maravillosa. Tal vez seguía atado a su ex o descubrió que era  Lithsexual y gracias a ti lo descubrió; cualquiera que sea su razón, ésta es ajena a ti, su actitud no tuvo nada que ver contigo, recuerda que no se trata de ti y sobre todo, que estarás mejor sin él o ella.

Germán Renko @ArkRenko
Psicólogo y terapeuta de pareja.

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4 respuestas a «Ghosting , de la huida a la indiferencia.»

  1. como dice el viejo y conocido refrán, ¨no hay peor ciego que el que no quiere ver¨, y así como aplica para muchas situaciones de la vida no estaba exento de aplicar en este intrínseco mundo del amor. Hay que soltar amarras, lo que a voluntad no se quiere a fuerza no se puede, una relación es de dos y cuando una sola persona asume el combo 2×1 en una relación, ésta no augura un buen comienzo y por ende una plena permanencia en ella.

  2. […] Ghosting- de la huida a la indiferencia. […]

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