Amores virtuales – Parte I
Son las ocho de la mañana menos diez, Ana María desliza un rímel por sus pestañas largas y bien cuidadas. Observa en su espejo de maquillar la imagen de una mujer con el vestido de las 3 décadas en su última temporada. Su rostro está finamente maquillado y su cabello impecablemente peinado. Los chicos están camino a la escuela y Raúl, su esposo, hace una hora que bebe su segundo café en el piso once de un edificio al este de la ciudad. Ana María mira su reflejo y se siente atractiva y rejuvenecida. Desde la escala en el altar no se había sentido tan viva ni tan valorada como mujer, su boda fue hace 17 años.

No hay nada como el Amor de una mujer casada, decía Oscar Wilde, es una cosa de la que ningún marido tiene la menor idea. Para Raúl lo único que importa es que percibe a su mujer feliz y satisfecha, no se cuestiona el origen, asume que es debido a que su vida es perfecta. Con un marido exitoso, aunque ocupado la mayor parte del tiempo y unos hijos bien educados y sin traumas psicológicos, lo cual es lo mas cercano a la perfección que se puede aspirar en la sociedad contemporánea, en donde la disfuncionalidad en las familias es la norma y no la excepción.
La gran pantalla de un celular inteligente de última generación brilla para avisar que hay notificaciones pendientes de leer. Ana María lo toma de inmediato, con una sonrisa de placer anticipado, sabe quién le escribe a esta hora para darle los buenos días, mandarle un beso y sabe también que no es Raúl.
Si alguien le hubiera dicho seis meses atrás, previo a su llegada a las redes sociales, que encontraría en el Amor a distancia un resquicio para tener todos los beneficios de la infidelidad sin los peligros que ésta conlleva a la estructura conyugal, se habría reído de una barbaridad así. ¿Cómo se podría sembrar y ver brotar y florecer el Amor sin el contacto físico? ¿Cómo podría una mujer enamorarse de alguien a miles de kilómetros de distancia y sin más vínculo que lo expresado en letras? ¿Quién en su sano juicio podría amar a un desconocido? ¿Quién podría confiar en alguien que no muestra su rostro o bien existe la duda que sea su cara que presume en fotos? Ana María sabe ahora con la certeza de la experiencia la respuesta a todas esas preguntas: cualquiera que como a ella se le presente la oportunidad y la persona justa que cumpla con sus parámetros románticos, cualquiera se enamorara a distancia de su ideal romántico.
Llévate la guía gratuita: «10 errores típicos al iniciar una nueva relación».

En la red, como en la vida real, nunca falta un roto para un descosido, diariamente miles de parejas hacen del mundo virtual su nido de amor, en donde han encontrado alguien a quien amar. Mientras que en la vida real pueden estar solos o mantener una relación normal con alguien más. Las tétricas historias de relaciones rotas por culpa de Facebook o Twitter no han disminuido el índice de infidelidad virtual; así como los anuncios de pulmones ennegrecidos en las cajetillas no han afectado al vicio y dependencia de quienes compran cigarrillos. El Amor virtual es una droga, poderosa, adictiva y estimulante, provoca la liberación de feromonas y testosterona con la misma efectividad que el chocolate, la asistencia a bodas o una película romántica al estilo Hollywood en las mujeres, o una sesión de YouPorn para los hombres.

La historia de Ana María no es ficción, allá afuera hay, quizá miles, de mujeres como ella que están aprendiendo a dividir su corazón en dos, que están descubriendo que el pecho construye rincones que pueden ser ocupados por más de un amor, que no necesitan cambiar nada en su vida, ni abandonar a su pareja para obtener un poco de romance, erotismo y aventura para enriquecer sus vidas. Mujeres como cualquiera de las que se observan en los autobuses y las filas del banco con sus dedos volando en un teclado táctil. Los hombres de hoy más que temer al pasado de sus mujeres, deben temerle a sus prolongados silencios con el celular en la mano. En las mujeres más discretas se esconden las pasiones más tormentosas. Huracanes que se desatan entre emociones y letras. Nuestra sociedad se ha adaptado al estereotipo del teléfono móvil en la mano, sin sospechar ni preguntar con quién charla nuestra pareja en esa pantalla electrónica, quién es el autor de esas sonrisas y cuál es el origen de ese renovado brillo que se observa en sus ojos cuando sonríe sin motivo aparente. El amor virtual es como los productos de Apple: fácil de usar, intuitivo para todas las edades y con características inigualables. El Amor virtual no se agota, es seguro, renovable, se adapta a todos los gustos, no depende ni requiere de formalidades, es libre, intenso y es renunciable en cualquier momento… aunque pocos son capaces de decirle adiós a sus perturbadores efectos una vez que los han sentido y disfrutado.
Dime con quién sueñas y te diré con quién no amaneces.
Germán Renko @ArkRenko
Psicólogo y terapeuta de pareja.

Comprar libro







Replica a koleccionistadehistorias Cancelar la respuesta