Soltar, ese difícil salto al vacío.

Eran las seis de la mañana de un viernes y para Mariela ya era un día que no empezaba bien, lo tenía pensado de otra manera y “pasaron cosas” que se lo “echaron a perder”. A pesar de que se había divorciado hacía años, su exmarido aún tenía el poder de amargarle los días desde temprano, ese viernes era una prueba de ello. Es que para Mariela, como para muchas personas en el mundo, le costaba soltar, ese acto sencillo de tomar decisiones difíciles para hacer fácil tu vida. Se había separado legalmente de él, pero lo mantenía lo suficientemente cerca para que aún tuviera la capacidad de afectarla con sus palabras y sus acciones, directa o indirectamente, un día sí y otro también.

En las redes sociales hablan tanto de soltar, pero se les olvida lo más importante, hablar de cómo hacerlo. Porque decir: deja ese trabajo, divórciate, haz contacto cero, no le hagas caso, sé fuerte, ignora a tu ex, no te desgastes en eso, deja de controlar, no te preocupes, ya no pienses en eso, etc. Todas las frases anteriores son instrucciones que implican soltar algo y las situaciones en que se trata de soltar son infinitas.

La verdad qué complicado parece eso de soltar, cuando el corazón sigue esperando que toque la puerta a quien se quiere olvidar; cuando queremos y nos aferramos a una idea, a un deseo, a una necesidad y la mente no para de dar vueltas sobre la situación, los detalles, los momentos, una persona. El dolor, los hubiera y los quizás, la tristeza, la negación o la esperanza no se hacen esperar dando la bienvenida  a la frustración, la impotencia y muchas veces, también la ira.

Si hubiera imaginado, la paz, libertad y felicidad que me esperaban al soltar una relación tóxica, lo habría hecho mucho tiempo antes de cuando lo hice, sin miedo, culpa o remordimiento, porque la plenitud que llegó después vale más que cualquier remedo de amor que haya tenido con esa persona.

Después de muchos experimentos, aprendí también a alejarme de quien no está disponible emocional, física y sentimentalmente para mí, pero desde un lugar de paz y aprendizaje, sin culpa o resentimiento. Quedarse y sufrir son opcionales, enamorarse y soltar, también pueden serlo.

Hay que soltar rápido y sin miramiento a quienes te atraen, pero no están interesados en ti; a quienes te causan más daño que bien mantenerlos en tu vida; a quienes te has cansado de esperar que cambien su forma de ser y actuar; entre más tiempo y esfuerzo les dediques, mayor será tu frustración y decepción. Acéptalo, sus intereses están en otro lado y está bien, los tuyos también pueden dirigirse a otra parte.

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Hay que soltar a quienes nos roban la paz mental. Soltar es alejarse, poner espacio y límites de por medio. Con una expareja pueden unirte los hijos, incluso tener otros intereses en común que los mantengan orbitando a tu alrededor, pero en el momento que se vuelven un factor determinante para tu falta de paz mental, para un continuo malestar emocional que empieza desde que amanece, es momento de hacer algo, de tomar decisiones difíciles para hacer fácil tu vida.

Para empezar a soltar, primero hay que empezar a aceptar y asimilar que las personas y las cosas son como son y no las podemos cambiar, aunque nos gustaría cambiarlas con todas nuestras fuerzas. Lo que sí podemos cambiar es nuestra forma de reaccionar y los límites que implementemos para no permitirles afectarnos con sus palabras o sus acciones.

También hay que aceptar que soltar aquello que queremos va a doler, sea una persona, cosa o que suceda algo. Que tu ex pague la pensión, que sea más cercano y esté al pendiente de sus hijos, que tu trabajo sea más satisfactorio, que las personas cercanas a ti sean más conscientes y consideradas, que tus hijos sean más limpios y ordenados, que el tráfico sea menor, que tu madre sea menos tóxica, que tu jefe sea mejor persona y un largo etcétera que si pones atención, NO ESTÁ EN TUS MANOS CONTROLAR.

Detrás de la necesidad de control se esconde un miedo, el truco para cambiar eso es descubrir a qué se tiene miedo y soltarlo.  El querer controlar algo o alguien a nuestro a alrededor viene determinado por el miedo al fracaso, rechazo, vergüenza,  abandono,  dolor, incertidumbre o ansiedad. Esa reticencia a soltar está relacionada también con la inseguridad en nosotros mismos, le tenemos miedo al cambio, a las consecuencias que vendrán de tomar ciertas decisiones en nuestra vida y alrededor de nosotros.

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Para aprender a soltar, empieza por lo pequeño. Haz limpieza en casa, tira todos esos calzones viejos y feos que tienes para una “emergencia”; tira o regala la ropa que ya no te pones o guardas para cuando bajes de peso; deshazte de todo lo que le tienes apego, pero ya no te sirve ni le das uso alguno. Toma pequeñas decisiones que has demorado por mucho tiempo sobre eso que te tiene enganchada(o); luego escala de nivel, escribe una carta con todo eso que te enfada o molesta, escribe cómo sería tu vida sin eso que te produce malestar emocional y finalmente, haz una lista de lo que podrías hacer para deshacerte de cada una de esas cosas, personas y situaciones, qué podrías cambiar. Empieza a dar esos pasos. Vigila tus pensamientos negativos, son la principal fuente de malestar emocional.

Si te cuesta trabajo hacer todo lo anterior por tu cuenta, acude con un profesional de la salud mental, con su guía y acompañamiento puedes encontrar respuestas, adquirir las herramientas  que te hacen falta, sanar tu autoestima y alimentar tu amor propio. Está bien buscar ayuda, en ningún lado firmaste que tenías que hacerlo todo a solas y por tu cuenta.

Soltar, ese acto sencillo de tomar decisiones difíciles para hacer fácil tu vida.

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Germán Renko
Psicólogo y terapeuta de pareja

2 respuestas a «Soltar, ese difícil salto al vacío.»

  1. Como le hago para soltar a ese amigo que ya teníamos planes de vivir juntos y hasta un negocio, pero por situaciones x no se podrá dar

  2. […] Soltar, ese difícil salto al vacío. […]

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