
Cuando nadie me ve…
Es también cuando muchos hombres se rompen.
Y buscan consuelo fuera.
Este no es un post de chisme. Es un análisis desde el contexto sistémico del caso Alejandro Sanz – Ivet Playa.
En 2015, Alejandro Sanz tenía esposa, hijos y una carrera consolidada. Pero también —según Ivet— inició una relación paralela con ella, que tenía 19 años. Una historia que pasó de ilusión a dolor… para ambos.
Alejandro seguía casado con Raquel Perera hasta 2019. La ruptura se atribuyó públicamente al “desgaste” y diferencias de convivencia. Nunca se habló de una infidelidad. Pero sí de un vínculo que ya no ofrecía conexión ni refugio.
Desde un enfoque sistémico, muchas veces estas relaciones paralelas no son simples “aventuras”. Funcionan como vías de escape emocional cuando el matrimonio deja de ser un espacio seguro o emocionalmente nutritivo.
Muchos hombres no saben cómo pedir afecto. Se les enseña a sostener todo en silencio: la casa, la carrera, la imagen pública. Y cuando no aguantan más… buscan afuera lo que no pueden expresar adentro.
Esto recuerda —en términos sistémicos— las dinámicas de figuras como Schwarzenegger o Clinton. Fama, presión pública y desconexión emocional que terminan en vínculos paralelos como válvula de escape personal.
No es solo infidelidad. Es falta de recursos emocionales para gestionar el vacío. Y sí: esos vacíos pueden convertir en relaciones desiguales lo que parecía una historia romántica.
Y también hay que hablar de Ivet. No desde el juicio, sino desde la comprensión sistémica: ¿Qué busca una joven de 19 años en un hombre famoso de 49? Muchas veces, ese tipo de vínculos responden a vacíos afectivos no resueltos.
Desde lo sistémico, una joven puede verse atraída por figuras idealizadas que representan validación, protección o poder. Pero esa admiración se vuelve dependencia si no hay estructura interna que sostenga su propio valor.
No es solo que él era mayor. Es que ella estaba en una etapa vulnerable. Y si nadie le enseñó a poner límites o a diferenciar amor de admiración… era muy fácil confundir presencia con afecto, y poder con amor.
Según Ivet, no tuvieron relaciones sexuales hasta que ella cumplió 22 años. Pero eso no elimina el desequilibrio emocional que marcó la relación desde los 19, cuando él ya ejercía poder, admiración e influencia sobre ella.
Ivet habla de años de vínculo con Alejandro mientras él seguía casado. De manipulación emocional, promesas rotas y un profundo desbalance de poder. Y eso también es violencia emocional.
Cuando un hombre emocionalmente roto, famoso y sin herramientas afectivas busca consuelo…
Termina dañando a todos:
A su pareja. A sus hijos. A quien idealiza. Y a sí mismo.
Hombres emocionalmente solos + fama + falta de estructura emocional = Relaciones que empiezan como escape… y terminan en desastre.
Este artículo no va de buscar victimas o culpables. Va de seres humanos heridos, con fama o sin ella. De sistemas rotos que se maquillan con sonrisas, portadas y aplausos. De lo que no se canta en los conciertos… y que solo se habla cuando ya hizo daño.
El problema es que como sociedad nos enfocamos más en buscar víctimas y culpables que en entender a los seres humanos involucrados y sus batallas emocionales.
Lo de Sanz e Ivet no es un caso aislado. Es el reflejo de un patrón relacional que se repite más de lo que creemos: Vínculos marcados por vacíos afectivos, desequilibrios de poder y poca conciencia emocional. Un patrón que solo cambia cuando alguien decide hacer el trabajo interno.
Si este tema te resonó, no es casualidad. Habla de patrones que, con o sin fama, atraviesan muchas historias.
Hablemos de lo que no se nombra: vacíos, heridas, repeticiones.
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Germán Renko
Es Psicólogo sistémico | Se especializa en Relaciones de pareja y crecimiento personal.
Una mirada diferente puede cambiarlo todo.
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