
Siempre me ha asombrado todo lo que hacen las mujeres para verse increíbles, principalmente para ellas mismas, aunque los hombres también lo apreciemos.
A veces desearía que no llegaran a ciertos excesos, pero sé que eso sería meterme en su derecho de decidir sobre su propio cuerpo. Así que no queda más que admirar, con el respeto que merecen, el resultado de su esfuerzo y dedicación.
Tengo una hija de 12 años, y me deja sin aliento cuando la escucho decir que verse bien vale cualquier sacrificio. Y eso que solo se refiere a detalles como no ponerse un suéter para no arruinar su ‘outfit’, despertar mas temprano para arreglarse para la escuela, gastar sus ahorros en Sephora o usar prendas o zapatos incómodos, todo para verse más linda. Mi lucha diaria, como padre soltero, es guiarla para que entienda que verse bien está bien, pero que su valor no depende de eso.
Quiero que sepa que no necesita sacrificarse ni sentirse incómoda para ser linda o aceptada. Trato de recordarle que lo más importante es cómo se siente consigo misma, no lo que los demás piensen de su ‘outfit’. Y aunque a veces me cuesta, intento que entienda que la confianza y el amor propio son lo que realmente la hacen brillar, no solo el maquillaje o la ropa que elija ponerse.
Otra batalla es hacerle ver que hay un tiempo para todo, y que debe esperar a tener la edad adecuada para algunas cosas. En mi opinión, una joven de 12 años no debería estar preocupada por esas cuestiones, pero son los tiempos y los factores sociales que nos toca enfrentar como padres y madres con nuestras hijas.
No podemos meterlas en una burbuja, pero tampoco podemos dejarlas caer en los riesgos y excesos que esconde el culto a la belleza femenina. Como padres no podemos controlar todo lo que nuestras hijas enfrentan en un mundo que valora tanto la apariencia, pero sí podemos guiarlas para que desarrollen una autoestima sana.
Es importante enseñarles a equilibrar su deseo de verse bien con una comprensión profunda de que su verdadero valor está en quiénes son, no en cómo se ven. Al final, se trata de acompañarlas en el proceso, ayudándolas a navegar entre la presión social y su propio bienestar, sin perder de vista lo esencial: que su confianza y amor propio siempre deben estar por encima de cualquier ideal de belleza. Gracias por leer, compártelo
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Germán Renko @ArkRenko
Psicólogo y terapeuta de pareja.
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