
Solía ser una de esas personas que sobreanalizaba todo. A diario, mi mente se dedicaba a pensar sobre situaciones pasadas o a preocuparse constantemente por encontrar soluciones a pendientes, les llamaba cariñosamente: “bombas por desactivar”.
Dada mi dificultad para despegarme de lo que había pasado o habría de pasar, no lograba disfrutar del momento, del lugar o la compañía en la que estaba; constantemente creía que solo podría descansar y disfrutar después de resolver este problema o terminar aquel pendiente. Estaba excesivamente consciente de mis emociones, pensamientos y comportamientos, lo cual dificultaba apagar mi mente para conciliar el sueño o simplemente descansar.
Tan pronto “desactivaba una bomba” en mi vida, mi mente saltaba a otra, reiniciando un ciclo constante de rumiación de pensamientos. Recurría a distracciones como videojuegos, redes sociales, televisión, libros y correr en el parque para mantener mi mente ocupada y lograr así «descansar», porque si mi mente estaba ocupada, no tenía tiempo para pensar en problemas, era un truco que funcionaba la mayor parte de las veces. Pero esa no era vida, vivir de esta manera era incómodo, emocionalmente doloroso y agotador física y mentalmente.
A pesar de todo, persistí en este estilo de vida durante muchos años sin darme cuenta de que no era normal vivir así, que la vida adulta no tenía porqué ser una consecución de problemas, situaciones y pendientes. Ignoraba que la vida podía ser diferente y que podría disfrutarla en cualquier momento, no solo de manera esporádica.
Cuando aprendí a comprender lo que estaba sucediendo, a controlarlo y gestionarlo, mi vida experimentó un cambio radical. Ahora, despierto sin que mi mente se vea abrumada por problemas, y me voy a dormir con la sensación de haber tenido un buen día. Aunque de vez en cuando me sorprende no estar preocupado por ningún problema, sonrío, porque ya no temo que esa sensación de paz desaparezca en cualquier momento, como al principio de mi proceso de sanación.
¿Qué hizo la diferencia?
Darme cuenta que eso a lo que llamaba «desactivar bombas» era parte del ciclo de la ansiedad y que sobrepensar era otro síntoma llamado rumiación de pensamientos. La ansiedad a menudo se disfraza en nuestra rutina diaria, y a veces no nos damos cuenta de que estamos atrapados en su ciclo. Por ejemplo, cuando tenemos un problema, en vez de resolverlo, nuestra mente empieza a darle vueltas una y otra vez, como una rueda que no para de girar. Esto hace que la ansiedad crezca porque nos quedamos atrapados en esa rumia constante, pensando en todas las posibles soluciones y consecuencias. Aunque parece que estamos tratando de resolver algo, en realidad estamos alimentando nuestra ansiedad y haciendo que se sienta aún más fuerte.
Reconocer este patrón es clave para poder enfrentarlo y buscar formas más efectivas de manejar la ansiedad.
La ansiedad puede aparecer de muchas formas disimuladas en nuestro día a día. A veces, se presenta como una inquietud constante o un sentido de estar siempre en tensión, incluso cuando no hay un motivo claro. También puede manifestarse como dificultad para concentrarse en lo que estamos haciendo, porque nuestra mente está ocupada con preocupaciones o saltando de una ocupación a otra, sin terminar ninguna por completo, haciéndonos regresar a las que dejamos inconclusas una vez terminada o avanzada alguna de ellas.
El cansancio excesivo es otro síntoma, ya que la ansiedad puede agotarnos más de lo que pensamos. Además, podemos tener problemas para dormir, como desvelos o insomnio, sin entender del todo por qué estamos tan intranquilos. A mí me pasaba que despertaba muy temprano y desde que abría los ojos, incluso antes, mi mente empezada a darle vuelta a pendientes y «bombas por desactivar». A menudo, estos síntomas se mezclan con nuestra rutina normal, haciéndolos difíciles de identificar como signos de ansiedad.
Darnos cuenta de estos síntomas es un primer paso crucial para manejar la ansiedad de manera efectiva. Al identificar cómo se manifiestan en nuestra vida diaria, podemos empezar a reconocer los patrones que nos están afectando. Esta conciencia nos permite buscar estrategias y herramientas para abordar la ansiedad de manera más consciente, como técnicas de relajación, terapia o cambios en nuestra rutina. En otras palabras, entender y reconocer estos síntomas nos da la oportunidad de tomar el control y mejorar nuestra salud mental antes de que la ansiedad se vuelva más abrumadora. a mí me ayudó muchísimo saber que existía algo llamado ansiedad y relacionar sus síntomas con actitudes y comportamientos que me habían perseguido toda mi vida sin saber que no eran normales.
Hoy en día, me dedico a ayudar a otras personas a aprender cómo pueden vivir bien, disfrutar de la vida y superar la época de sobrepensar y de «desactivar bombas». Si yo pude lograrlo, incluso estando en el cuarto piso de la vida y con un arsenal de creencias para cualquier ocasión, estoy seguro de que tú también puedes hacerlo, sin importar tu edad. Busca ayuda, retoma el control de tu vida y empieza a disfrutar del presente. Hay una vida maravillosa esperándote en el aquí y el ahora cuando dejas de estar preocupado por lo que ya pasó o lo que aún no ha pasado.

Germán Renko @ArkRenko
Psicólogo y terapeuta de pareja.
Recomendado:







Replica a Espejito, espejito – Conexión Consciente Cancelar la respuesta