Escritos Poéticos

Al alba


“Usted es todos los destinos de mi boca y todos los caminos de mis besos.”

5 de marzo 2013

Al alba

Amanecer con tus piernas enredadas en las mías es mi ideal de un despertar perfecto. Hasta que llega ese instante inoportuno en que la claridad del día empieza a incomodar mis párpados y me revuelvo inquieto bajo las sábanas. A mi lado, te das la vuelta amodorrada para escapar del astro verdugo. Una mano aventurera que se desliza por aquí y por allá, topándose despistada con la costa de tu cadera y la playa desierta de tu muslo a la intemperie, se encuentra con la dentada costura de tu ropa interior que se esconde de la luz como el resto de ti. Un respingo más acá despereza tu último sueño entre palpitaciones aceleradas y constantes. La consciencia de tu cuerpo pegado al mío es ancla y fondo para mí y ni siquiera lo sabes, o tal vez sí. 

Un despertar tortuoso, contigo en mi boca, con la piel de tu espalda curvándose con lentitud debajo de mis labios, con la sonrisa de tu sexo dispuesta a salir al paso, tibia y entrecortada. Rozarlo con esos besos suaves de caballito de mar que lo hacen abrirse y provocan ronroneos de placer anticipado. Te beso, cuánto te beso. Mis intenciones son obvias, descaradas.

Voy saltando por cada roca en tu columna vertebral, dejando una huella húmeda y caliente en esa escalera ósea que conduce al rincón prohibido. Mis manos inquietas deambulan conexas, escalando tus montañas,  ahuecando tus valles, alisando tu vientre y lanzando señales de placer por doquier. Te mueves renuente a salir del ensueño donde naufragas cada noche. Pero soy un pirata persistente y determinado a obtener su botín.

Con mi lengua remarco mis intenciones en tu pecho y con mis dientes confirmo que tus tesoros habrán de ser míos, ¡oh sí! Me alimento en tus puntas pardas sin saciar mi hambre, ni siquiera al dispararlas rebeldes hacia el firmamento. Soy ahora un náufrago al que la sal de tu cuerpo tan solo le provoca más sed, necesito de agua dulce, el anhelo cálido, goteante y embriagador de tomarla directo de la fuente.

El paisaje de mi barba se confunde con la sombra ensortijada de tus matices pardos, camino entre besos, abriendo paso con boca, nariz y dientes. Alcanzo  tu piel plisada, escondida, aún distraída y la empapo de saliva, por ese camino varias veces desandado de arriba hacia abajo con la punta de mi lengua. La razón de esta tardanza es simple, disfruto tanto el viaje como el destino. Te rozo apenas al saltar una pequeña trampa disimulada, una mina explosiva enterrada, aún no estoy listo para caer en su red nerviosa, solo la saludo con la esquina de mi nariz y sigo camino, volveré.

Mi aliento exhalado es anuncio de desembarque a la orilla de tu mar, erizo la playa de tus ganas. Lo compruebo de nuevo en un suspiro hacia dentro, ¡nada huele como tú!, ningún sabor me provoca paladearlo a ojos cerrados como tu mar agitado. Los rayos del sol no importan más, solo quiero hundirme en esa marea tibia  y agridulce, sacrificar mi lengua en ese entrar y salir por tu cueva, herida del tiempo, horadar sus pliegues, provocar el movimiento desesperado de tus piernas, la violenta apertura de tus ojos a un caudal de sensaciones punzantes que te despiertan por completo, porque mi lengua ha despertado tu hambre de más.

Quise que esta alba mis manos reconocieran tu piel, con su recorrido suave de los hombros al resto de tu espalda, mientras mis labios saludaban los tuyos con un “buenos días” disimulado en un beso y mis dedos, eternos amantes, se deslizarán lento por debajo de tus brazos, abarcando tu cadera, separando tus piernas.

Para que horas más tarde, mi boca recuerde el sabor de tu cuello, el sonido de tu garganta y el ardiente sabor de tu boca encendida colgada de la mía. Para que tus manos se contagiaran de mis intenciones y buscaran mi piel sedienta, la tocaran y alargaran con sus dedos decididos, y en un instante cómplice, tu mar se abriera para recibir un marinero perdido que al fin regresa a casa.

Quise que esta alba me ofrecieras refugio del sol y mis gritos de júbilo se quedaran enterrados por los siglos en tu profundidad. Quise que empezaras tu día con una tormenta y que horas después presumieras al mundo tu sonrisa de mujer en calma.

Germán Renko @ArkRenko
Psicólogo y escritor.

“Con las Alas en Llamas”

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Acerca de Germán Renko

Psicólogo y escritor. Autor de: «Con las Alas en Llamas» y de la frase: “Si no era Amor, era vicio. Porque jamás una boca me hizo regresar tantas veces por un beso”.

Comentarios

2 comentarios en “Al alba

  1. Es encantador como guías la imaginación y los sentidos con el timón de tus letras. Amo tus escritos 🥰

    Publicado por Gina | 15, septiembre, 2019, 1:14 am
  2. Excente tu forma de escribir… Esencia libre e intensa de ser.

    Publicado por Anig | 15, septiembre, 2019, 10:58 am

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