Aprender a ver con los ojos del alma

Aprender a ver con los ojos del alma.

Consejo de mi abuelo: Cuando te cases hazlo con alguien que sepa platicar, porque es mas fácil enseñarle a coger que a ser interesante.

Si mi abuelo hubiera vivido lo suficiente para acompañarme durante el terreno escabroso de la adolescencia, seguramente me habría dicho algo como lo que le atribuyo en esa frase. Desgraciadamente no estuvo para hacerlo y tuve que aprenderlo por mi mismo. Lo cierto es que esa frase la uso para hacer énfasis en el hecho que pertenecemos a una especie en la que la belleza siempre ha sido y será venerada. Crecemos bajo la influencia que ejercen los medios masivos de comunicación, la literatura, la música y el cine sobre nuestros estereotipos de belleza. Ahora la moda son las más delgadas, antes lo fueron las más exuberantes, pero las caras bonitas siempre han estado bien cotizadas, incluso aunque no sepan hilar más de tres frases seguidas. Los concursos de belleza nos han dado muchas pruebas de ello y no han faltado tampoco las desafortunadas declaraciones de artistas muy bellas, pero también muy ignorantes, como aquella que confundió al Tsunami con el Surimi.

En mis años de cazador inexperto me enamoré de mujeres muy bellas y en algunas ocasiones incluso las perseguí con una escopeta invisible en la mano. Cegado como Apolo ante los encantos de Dafne o peor aún como el trágico e infiel amor de David ante Betsabé, (pues algunas de mis musas tenían otros compromisos románticos). Hace poco expresé que el mundo está lleno de mujeres extraordinarias, pero nos han enseñado a buscarlas con los ojos equivocados. Principalmente, los hombres nos fijamos en lo que vemos, sin embargo, las mujeres parecen tener un sexto sentido para ver con los ojos del alma, desde hace mucho nos llevan cierta delantera; creo que es eso o que nos les queda otra que encontrarle lo interesante a tanto feo que anda por ahí.

Me parece que después de cierta edad, una mujer se vuelve más deseable por lo que piensa que por lo que enseña. Aunque es probable que esto se vuelva más cierto cuánto más maduro es el ojo que la observa. A mi edad por ejemplo, una mujer que no es un buen libro ni aunque tenga una gran portada me interesa. Yo adoro a la mujer que tiene una plática exquisita. No tiene que ser la más culta, pero aprecio que se sienta que sabe de qué habla. Que haya chispa en lo que dice, que se burle un poco de si misma y de la fatalidad de la vida y el azaroso destino. Una mujer inteligente jamás aburre, hasta en los silencios más profundos concede una conversación exquisita.

Si tan solo nuestras mujeres, nuestras flamantes madres recién estrenadas y las que llevan largo tiempo en el mercado, entendieran que en sus manos está la responsabilidad de educar a la generaciones futuras de hombres de este mundo. En sus manos está la habilidad para darnos hombres más sensibles, menos machos, más humanos, más empáticos, menos débiles ante el hechizo de la belleza. Hombres que no pierdan la cabeza ante un par de tetas y  unas nalgas aerodinámicas, sino ante una cabeza inteligente y una sonrisa ágil y persistente. Si tan solo nos enseñaran a ver con los ojos del alma, este mundo sería un lugar menos superficial y más emotivo.

Hoy puedo declarar, triste o felizmente, que estoy en una edad en la que una mujer me impresiona más por los libros que ha leído que por sus medidas, bendita sea esta edad.

Germán Renko @ArkRenko
Psicólogo y escritor.