
Un método infalible de seducción (Ensayo fallido)
Me han preguntado infinidad de veces cómo se puede seducir a una mujer y esto siempre provoca que me pregunte mentalmente de dónde sacan la idea que yo sé cómo hacerlo o que sirva de algo lo que yo pueda decirles. No se me malentienda, no soy un tonto egoísta ni un arrogante afortunado. Porque si he seducido a algunas mujeres en mi vida no ha sido por contar con un método infalible de conquista, si no por otras razones que distan de una efectiva y metódica estrategia.
En cuestiones de Amor, las mujeres son como las gacelas, a la menor señal de asedio corren a una velocidad endemoniada y no hay nada en el mundo que pueda detenerlas. A menos que exista una pequeña ventaja para el depredador, es imposible atraparlas. Cada año, miles de hombres leen y siguen los consejos de expertos, gastan pequeñas fortunas siguiendo sus sabios consejos solo con la ilusión de conquistar a la dueña de sus insomnios. Algunos tienen éxito y creen que fue por los consejos. Otros fracasan y creen que fue por no seguir adecuadamente las instrucciones. Muchos más, creen que fue por no contar con el suficiente dinero o la apostura, o porque simplemente la mujer es una desalmada sin corazón ni perdón de Dios que no supo ver el buen Amor que le ofrecían. La verdadera razón es más simple, pero es difícil de entender y aceptar por ser tan sencilla. Los seres humanos tenemos esa mala costumbre de desechar las respuestas sencillas, porque nos gusta creer en soluciones complicadas. Sigan leyendo.

En la seducción, como en el ajedrez, la acumulación de pequeñas ventajas son las que llevan a la victoria. El hombre interesado en una mujer debe buscar e identificar las ventajas con las que cuenta antes de dar cualquier paso y no darlo en absoluto sin este importante requisito. Los hombres enamorados somos victimas de una absurda y espontánea torpeza a la hora de cortejar, que no es de extrañar que las mujeres conozcan nuestras intenciones mucho antes que abramos siquiera la boca. Por esa razón, cuando me preguntan por mi método, me sonrío y por mi cabeza pasan rápidamente muchas metidas de pata y grandes fracasos.
Lo que todo enamorado debe hacer, es analizar e identificar sus ventajas, si es que las tiene y si no, fabricarlas o trabajar en adquirirlas. Una pequeña ventaja puede ser tener dinero, ser guapo o popular, eso sin duda puede aumentar las probabilidades para que la dama en cuestión se sienta atraída por el pretendiente, pero son ventajas que no se pueden desarrollar de un día para otro y algunas de ellas no se pueden adquirir en toda una vida o sin la ayuda del bisturí. Lo peor es que, una vez obtenida alguna de esas ventajas, se corre el riesgo de encontrarse con la sorpresa que no es suficiente para conquistar a su despistada Julieta.
En mi experiencia, considero que la primera y más importante ventaja que se debe determinar si se cuenta con ella es: que la dama desee ser conquistada, con pareja o sin ella, pero que muestre la genuina e inconfundible disposición para ser conquistada; y más específicamente, la parte más importante de esta ventaja, es si demuestra o se percibe remotamente interesada por uno. Hay que analizar con objetividad si al menos hay el más insignificante atisbo que ella gusta de uno. Aquí van a saltarme encima las voces airadas y estafadas de los que dirán: “si supiera que le gusto, entonces no estaría preguntando nada y me dedicaría a asediarla con flores y detalles hasta conquistarla”. Bueno ya lo dije, ahí está, ese es mi pequeño secreto para persistir en una conquista o desechar la idea de ésta. Si le gusto a uno de esos maravillosos seres, llenos de cualidades, locuras y encantos por todos lados llamado mujer, hay más probabilidades de éxito en su conquista. Si no le gusto, hay un alto porcentaje de probabilidades que fracase, que pierda mucho tiempo, dinero y esfuerzo. A menos que logre alguna otra pequeña ventaja que supla ese detalle «insignificante» de no gustarle desde el principio.

Aquí les compartiré un gran secreto a todos esos que han tenido la paciencia de leerme hasta este punto: Busquen enamorarse de mujeres que pueden y quieren enamorarse de ustedes, “conquisten” a la que les hace ojitos y dejen de buscar el reto estereotipado de la que los desdeña. Es mucho más fácil contar con al menos una pequeña ventaja para conquistar a una mujer, que intentar conquistarla sin ninguna ventaja a favor. Que le gusten a su dulcinea es la única ventaja de la que no se puede prescindir. ¿Por qué los hombres que tienen dinero, son guapos o son populares tienen “éxito” con las mujeres? Porque de antemano cuentan con esa pequeña ventaja de estar rodeados de mujeres que ya gustan de ellos, por el dinero o lo que sea, pero ya están en el camino de ser conquistadas. Por esa misma razón y a la inversa, esos hombres se aferran a conquistar a aquellas mujeres que no les dan jalón, que no ofrecen muestras de caer rendidas a sus pies. ¿Y por qué esas mujeres no gustan de ellos? porque simplemente les gustan otras características en los hombres más allá que posean recursos económicos, sean atractivos o ostenten algún tipo de fama. Aquellas mujeres que no les hacen caso, son por las cuales terminan perdiendo la cabeza, como cualquier otro mortal.
Resumiendo, la primera y única ventaja que se debe buscar, si no se cuenta con ella, es que la dama guste de uno, mientras no se logre eso, ni un millón de flores, chocolates y detalles van a lograr que mueva un ápice su postura: “Es lindo y detallista, pero no me gusta”. ¿Cuántas veces hemos obtenido esa información por medio de alguna de sus amigas acerca de una mujer que nos gusta? Bueno, ahora lo saben también por mí. Si no le gustan como candidato para su corazón, los detalles no van a conseguir lo contrario. Las cosas materiales solo atraen a las mujeres materialistas y los detalles románticos solo funcionan si existe un interés romántico por parte de la dama, en caso contrario, solo sirven para alimento de su ego, y nada más. Las mujeres, en especial las bonitas, están acostumbradas al asedio, desde jóvenes aprenden a clasificar las miradas de los hombres, a marcar mentalmente a los que pueden tener a sus pies y a decidir en un parpadeo si un hombre les interesa o no, si pueden y quieren atraerlo hacia ellas y si el reto vale la pena.

La literatura y el cine nos han informado mal a los hombres, nos han hecho creer que los detalles conquistan a una mujer, eso es falso. Los detalles románticos conquistan a una mujer si éstos vienen del hombre que ella considera adecuado, ahí es donde se debe trabajar, en convertirse ante sus ojos, en el hombre ideal. Esa es la diminuta ventaja que algunas veces se logra por la simple suerte de estar en el lugar correcto y en el momento indicado para que una mujer la otorgue, para que voltee hacia nosotros en el instante preciso que puede apreciarlo. También puede forzarse cuando necesita el apoyo de un hombre, cuando ha perdido un amor, cuando se siente poco atractiva, vieja o aburrida, cuando hay odio, despecho o soledad, en estos y otros casos, se puede conseguir que la mujer volteé hacia a uno y se diga a si misma: “¿por qué no?”. De nuevo las voces airadas dirán: “esa no es la mujer que yo quiero conquistar”, bueno, me alegra saberlo y que lo sepan ustedes, porque de esa manera sabrán que esas victorias son logísticas y por conveniencia, no dejan mayores satisfacciones que salirse con la suya, pero de la gloria del Amor eterno o la pasión tormentosa, no hay nada, no es por ahí.
Si han seguido leyendo hasta aquí, es porque aún esperan la fórmula mágica para transformarse en el príncipe azul de una princesa despistada, indescifrable e ilógica. Creen que les revelaré el as bajo mi manga que les permita ganar la partida, lamento informarles que ahora empieza lo interesante, pero también lo más difícil: lograr ser el hombre ideal para una mujer no depende de una jugada maestra, tampoco es cuestión de suerte ni del destino.
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En unas y otras etapas de su vida las mujeres se sienten atraídas por estas características:
1. Riqueza (Dinero, casa, coches, posesiones, etc.)
2. Poder (Empresarial, político, liderazgo, seguridad)
3. Fama (Artística, deportiva, local, popularidad de cualquier tipo)
4. Atractivo (Buena apariencia física)
5. Exclusividad (accesibilidad, casado o con otro compromiso amoroso)
6. Personalidad (Sentido del humor, seguridad en si mismo, inteligencia, misterio, clase, alegría, pasión por vivir, etc.)
Como podrán observar las primeras 3 primeras opciones no se logran de un día para otro. La cuarta opción requiere buenos genes o un buen cirujano. La quinta opción entra en el terreno de la psicología, por alguna razón hay mujeres que se sienten terriblemente atraídas por hombres que no están disponibles. Nos queda únicamente la opción 6, el camino de la personalidad, es el más económico, fácil y relativamente rápido, porque todos tenemos una personalidad bien definida y que solo requiere ser pulida para volverla atractiva, ojo aquí, hacerla atractiva para cierto conjunto de mujeres.
Yo fui uno de esos hombres que toleraban estoicamente el rechazo de las mujeres que me gustaban pensando que era cuestión de insistir, hasta que aprendí a decir que sí a las mujeres a las que les gustaba yo, tal como era, con mis defectos físicos, mis pantalones gastados y mi extraño sentido del humor. Un glorioso día, me di cuenta que allá afuera había montones de mujeres a las que les gustaban los hombres con una personalidad como la mía, tal cual, sin cambiarle nada, sin ponerle peros, que entendían las bromas y se les notaba un brillo especial en la mirada cuando me hablaban. Me percaté también que entre todas esas mujeres, siempre había alguna que también podía gustarme a mí, porque si me esforzaba en olvidarme un poco de mi ideal de mujer, podía encontrarle a esa mujer muchos atributos atractivos y que valía la pena conocer y en algunos casos, amar. Detrás de cada mujer hay un tesoro esperando para aquel que sabe buscar en el lugar adecuado. En cada mujer hay un dechado de virtudes, sentimientos y encantos únicos esperando para ser entregado al hombre ideal. Ese hombre no es cualquiera, porque una mujer siempre tiene al menos un pretendiente al que rechaza por no ser adecuado y prefiere seguir esperando a su hombre ideal. Ese hombre eres tú, amigo lector, que tienes las cualidades que ella valora en un hombre, solo necesitas saber que entre todas las mujeres que te rodean, incluso las que no conoces, hay una en especial que te acepta y le gustas tal como eres. A esa pequeña ventaja es a la que me refiero con la que hay que contar. No quiero pecar de simplista, en las relaciones humanas nada es simple, pero si nos atenemos a buscar e identificar a la mujer que gusta de nosotros, no será necesario elaborar una complicada estrategia de conquista, bastará con ser nosotros mismos para que las puertas del Amor se abran de par en par. Si a eso le sumamos que nuestra personalidad puede ser pulida para que resulte más atractiva, las cosas pintan aún mejor.

Pulir una personalidad no es complicado, no se requiere grandes cantidades de dinero ni visitar el quirófano. Basta un poco de esfuerzo por aquí y por allá. Para lograrlo hay que empezar por lo básico, el exterior. No tienes que cambiar tu estilo de vestir, ni comprarte un guardarropa nuevo. Pero lo que sea que vayas a vestir, procura que esté siempre limpio, bien planchado y que al menos combine entre sí. Los zapatos deben estar bien lustrados, las uñas limpias, el cabello recortado y los dientes bien atendidos, a nadie le resulta atractiva una persona con mal aliento. Seguimos con el exterior, aprende a usar tu sonrisa, a sacarla en el momento adecuado, no importa si es discreta o llamativa, sonreír genera confianza inmediata. Vamos con el interior, mantén una actitud positiva, usa tu sentido del humor moderadamente, ríete de ti mismo, pero jamás de los demás. Identifica qué es lo que agrada a los demás de tu forma de ser y púlelo para que sepas manejarlo a tu antojo y no sea una casualidad cuando algo te salga bien. Cultiva también tus talentos naturales, todos tenemos al menos uno y úsalo. Si sabes tocar guitarra, hacer reír, contar historias, hablar de cualquier tema, escuchar con atención, improvisar, bailar, cantar, declamar, guardar silencios sepulcrales, decir cosas ingeniosas, reírte de ti mismo, etc. úsalo a tu favor para mostrar que tienes una personalidad atractiva de conocer. Con el tiempo, te resultará natural ser tu mismo y cuando menos lo esperes te darás cuenta que a tu vida llegan justo aquellas mujeres que no solo les gustas, sino que su propia forma de ser es compatible con la tuya.
Conquistar a una mujer solo con el propósito de seducirla por una noche es como comprar un Ferrari solo para manejarlo una vez, adquirir un Bestseller solo para una leída o encontrar un tesoro solo para admirarlo y luego olvidarlo. Conquistar a una mujer es con el propósito de formar parte de su maravilloso mundo y disfrutar en ella todas las mujeres que puede ser a lo largo de su vida.
Germán Renko @ArkRenko
Psicólogo y terapeuta de pareja.
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