…El día empieza y con él nace la oportunidad de verte una vez más. Me he dormido pensando en ello, mi noche ha aguantado un tenaz bombardeo de imágenes e ideas; algunas perversamente eróticas, otras inocentemente placenteras y otras más sin pies ni cabeza. Conforme el tiempo para estar junto a ti se acorta, mi cuerpo por entero reacciona ante mis pensamientos, me enciende la idea de que en este momento te ocurra idéntico.
El lugar de nuestro encuentro ha dejado de ser relevante, me siento mas allá del bien y del mal, trasgresor de límites, violador de tabúes y decencias; ¿Acaso no es eso de lo que más te excita de mí, o lo que al final de cuentas me distingue?
Sin pensar en las consecuencias ni los posibles testigos, aprovecho la oportunidad que se presenta al quedarnos solos en ese mullido y espacioso sofá, a ratos te beso, a ratos te acaricio, evitando en todo momento dejar de hablar. Me gusta saber que disfrutas mis provocaciones, que te estimulo a dejarte llevar, a dejar que mis besos derriben toda barrera, que el contacto de mis labios sobre tu piel borre por entero otros contactos. Mis manos te recorren temerarias y en el ambiente se siente la suma de nuestra tensión sexual, mis pies se recargan sobre la mesa del centro, dejándote ver en mi ropa el contorno inconfundible de un tope. En mi cabeza solo habita el pensamiento: donde y como, las probabilidades de ser sorprendidos son muy altas, el tiempo del que disponemos reducido, mas por fin la idea nace en mi cabeza, te sugiero al oído con el mas provocativo de mis tonos que te pongas falda y si es posible sin nada bajo ella, el rojo fugaz en tu mirada me hace notar que has captado la idea, aunque sin que te resulte del todo clara.
Cuando regresas, con una falda clara de mezclilla, te llevo a tu lugar sagrado, si, ahí donde toda mujer es reina. La ventana que da a la sala nos servirá de aliada. Apasionada, sacándole jugo a cada segundo, me exploras, me acaricias, tu boca me hace tuyo, me prepara, si… aun más, haciéndome bullir la sangre y llenando mis pulmones de aires de atrevimiento. Mi mano se aferra al marco de la ventana, de pronto se ha convertido en mi único asidero al suelo, siento las oleadas de placer recorrer todo mi cuerpo, y a mi nariz se cuela el aroma de tu deseo, inundado de miel transgresora.
Con trabajo te alejo de mi, cuando te prendes así a mi carne te vuelves mas fuerte o quizá yo más débil. No sabes que haré, y sé que no ser predecible siempre ha sido para ti, de mis atributos, uno de los más apreciados; conmigo no hay rutinas, no hay más patrón que la incertidumbre constante y la imaginación en punta. Te recargo en la ventana y sin miramientos, mezclo en tu interior mi pasión con la tuya, un quejido se te escapa, tu cara hace pensar que el cielo y el infierno en tu interior discuten. A mi el calor me mata y solo la humedad de tu refugio me da nuevas fuerzas, las mismas que utilizo para empujarte contra la ventana y para, con mis manos, regresarte a mí de nuevo. Me susurras cosas, me pides mas y que no pare, me dices que te acabe, que te mate y te reviva, te siento irte muy lejos y satisfecho lo permito que tampoco tenemos tanto tiempo.
Te giro, dejándote de frente a mi, tus gestos están perdidos en un lugar remoto de placer, con una mano levanto tu pierna y con la otra me aferro a la pared, a la misma que ahora se clava en tu espalda, para impulsarme a lo mas profundo de tus secretos, gimes, jadeas, todo en estilo quedo, aun en esos momentos la precaución la traes presente. Me dices que te encanta mi vigor, que mi juventud te envuelve, que tengo una fuerza que te catapulta muy lejos y que te vuelve loca, -así a trompicones hablas, porque la respiración te agita-, me halagas y lo sabes; pero también me reclamas que te dejaré ese rincón lleno de recuerdos, te quejas que no podrás volver a estar ahí sin recordarme dentro y mientras lo dices, te desvaneces en mis brazos y me pierdo en un océano de sensaciones y placeres definitivos, en el abismo de todo principio, en la trasgresión final, en el olvido total de testigos, espacios y tiempo… es un buen trueque placer por tiempo, compañía por ilusiones, un buen adiós, sin hasta luego.
Germán Renko @ArkRenko
Psicólogo y escritor.

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