
Prepárate para el amor
El amor que te contaron no te va a salvar
Siendo sinceros, como sociedad hemos invertido muy poco en preparar a las nuevas generaciones para dos cosas que marcan toda una vida: el amor y el dinero. El segundo lo dejamos para otra ocasión, pero el primero… ahí está, influyendo en cada decisión, cada herida y cada sueño.
En lugar de enseñarnos a construir relaciones sanas, nos han alimentado con cantantes migajeros y guiones de cine, televisión y literatura que glorifican amores tormentosos, imposibles y profundamente asimétricos. Historias en las que uno se desvive mientras el otro apenas lanza migajas de atención. Tramas que confunden intensidad con amor, drama con compromiso y dependencia con entrega.
No es raro que muchos acaben en relaciones que cansan más de lo que suman.
Como decía Erich Fromm: «El amor inmaduro dice: te amo porque te necesito. El amor maduro dice: te necesito porque te amo».
La trampa del “con sentirlo basta”
Como psicólogo especializado en relaciones, podría decirte que encontrar pareja y construir algo sano es fácil: seguir unos pasos, poner de tu parte y listo.
Pero la verdad… no funciona así.
Cuanto más jóvenes somos, más idealistas nos volvemos. Creemos que el amor lo puede todo y que, por el simple hecho de sentirlo, llegarán de la mano el respeto, la madurez emocional, los valores, el compromiso, la fidelidad y todos esos recursos que hacen que una relación se fortalezca.
La realidad es que construir un amor que valga la pena se parece más a resolver un sistema de ecuaciones con variables ocultas.
Las variables ocultas (y lo que hay detrás)
Muchas de las trabas que enfrentamos no nacen en la relación actual, sino que son herencias invisibles de la familia de origen.
- Si creciste viendo que los problemas se resolvían con gritos o silencios, tal vez hoy alternas entre explotar y callar.
- Si de niño tuviste que “ganarte” el afecto de tus padres, es posible que aún sientas que debes hacer méritos para que te quieran.
- Si tuviste un modelo donde uno se sacrificaba y el otro decidía, es probable que repitas esa asimetría aunque no la disfrutes.
Algunas variables son más visibles:
- Una autoestima que se tambalea.
- Dependencia emocional que disfraza miedo de cariño.
- Resentimientos que siguen respirando bajo la alfombra.
- Expectativas que nadie podría cumplir.
Otras, en cambio, son más sutiles:
- Una autocrítica que no deja espacio para quererte.
- Celos que parecen cuidado pero son control.
- Traumas que todavía dejan huella.
Carl Jung lo resumió así: «Hasta que no hagas consciente lo que llevas por dentro, eso va a seguir manejando tu vida… y tú vas a pensar que es cosa del destino».
Nunca es tarde para amar… ni para aprender a hacerlo bien
En mi consulta he tenido pacientes de 20, 30, 40, 50 y hasta más de 60 años que un día dijeron: “Ya no quiero querer como lo hago”. Y se pusieron manos a la obra.
Algunos llegaron tras varios fracasos, otros después de una relación que los dejó vacíos, y otros simplemente porque intuían que podía existir una forma más sana de querer.
Todos tenían algo en común: decidieron mejorar su calidad de vida amorosa… y lo consiguieron.
Yo mismo pasé por ahí. Durante años pensé que amar era aguantarlo todo. Y esa creencia me costó tiempo, energía y autoestima. Desaprender fue incómodo… que digo, ¡doloroso hasta el tuétano!, pero fue la puerta a relaciones más sanas.
Tú también puedes hacerlo. No importa si vienes de un pasado complicado o si llevas años repitiendo el mismo patrón. El amor se puede aprender, y cuando lo haces, deja de ser un golpe de suerte para convertirse en una elección consciente.
Albert Ellis lo dijo así: «La mejor manera de prepararte para el mañana es concentrarte con toda tu energía, entusiasmo y amor en el hoy».

Los recursos que sí preparan para amar
- Habilidades de comunicación.
- Negociación.
- Autocontrol.
- Autoconocimiento.
- Amor propio.
- Seguridad.
- Valores claros.
- Hábitos de pareja saludables.
- Capacidad de adaptación.
- Apertura al crecimiento y al cambio.
- Ego bajo control.
- Autoestima sana.
Prepararte para el amor es prepararte para ti
Si trabajas en ti antes de esperar que otro llene tus vacíos, cambias por completo la forma en que eliges, lo que aceptas y cómo construyes. No se trata de blindarte para que nadie te hiera, sino de fortalecer lo suficiente tu mundo interior para que, si llega alguien, te encuentre entero.
Virginia Satir lo dijo así: «Me hago responsable de mí mismo. Tú eres tú y yo soy yo; y si por casualidad nos encontramos, es hermoso».
Ritual de cierre
No cierro solo con gratitud, sino con un acto simbólico para ti, mi querido lector.
Hoy, antes de dormir, pregúntate:
¿Qué parte de mi forma de amar ya no quiero repetir?
Escríbelo. Léelo mañana. Y recuerda: el amor que das no puede ser más sano que el amor que te das a ti mismo.
Si esto te dejó pensando y quieres trabajarlo, platiquémoslo en consulta. A veces, una buena charla es el primer paso para cambiar la historia.
Y si quieres seguir explorando el lado más humano (y a veces incómodo) del amor, puedes seguirme en redes como @ArkRenko y escuchar mi programa XpressoDoble, en vivo y repetición, ¡hay más de 200 episodios esperándote!
Germán.







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