Retazos de Amor

Escrito a dos manos por @MujerQueCalla y @ArkRenko

—Antes de conocerte no era de religiones ni de lanzar maldiciones, pero llegó el aviso del otoño a mis cabellos y con él, tu melena negra y tu alma quebrada, me volvieron creyente y adorador de tu templo, adictivo, caliente, letal.

Ahora pienso que eres mi pecado perfecto que me alimenta de día, aunque nadie te sepa y eres ese exorcismo incompleto que me drena de noche, ahogando mis dudas a base de tu agua, maldita, bendita, exquisita.

No pides nada de mí, pero lo necesitas todo, yo solo quiero hacerme de tus fervores, escarbar tus emociones dañadas y asediar la locura de tus entrañas, te vengas de mis retazos de amor y me escribes los dramas, con uñas, dientes y pelvis.

Restriegas mis mentiras en mi cara con la maraña empapada que a todos los hombres nos enreda, es efectivo tu método para doblegarme a través de mi carne, la que menos piensa y que desdeña tu inteligencia en pos de la entrega de tus dones natos, tú buscas la bendición del amor y yo solo quiero purificarme en el fuego de la pasión.

—Eres de esos irreverentes que no respetan deidades. Me adoras como a una diosa, para no recordarme después. Vienes, me cometes y después me ocultas igual a como se esconden los pecados que no se reconocen.

Vives a la luz de tus amores, sin iluminarme. Me regalas un beso que ha de durarme hasta la vuelta, misma que no sé cuándo habrá de suceder. No conoces de mí lo que es pedir. Pero no puedo evitar reclamarte con el cuerpo cuando llegas, increpar todas tus explicaciones con dientes y uñas, gritarte a besos que te esperé demasiado y al final, darte un portazo con la fuerza de mi cadera.

Sin embargo, crees que la única inteligencia que poseo es la de la piel. Pero reconozco cuando vienes de otro cuerpo a buscar ahogarte en mí con lo que te faltó. La sal de tu piel te delata cuando mientes y yo hago como que no sabes a nada, que no me doy cuenta. Prefiero tenerte preso en mí por un momento a que me ocultes también por las noches.

—El camino de tus muslos no conduce al amor, es un callejón sin salida en donde se estampan vez tras vez mis instintos, me aplacas, me mojas y me exprimes, luego me sueltas para que vuele o me quede otro rato a tu lado, sin abrazo en el compromiso del norte, solo en el sur taciturno y cómplice.

Intentas dejarme ver lo que ocultas en tu cabeza y a mí solo me interesa tapar con mi piel lo que escondes con maquillaje o encaje. No me odies, no te amo ni me amas, deja pendiente el odio para cuando lo necesites para olvidarme.

No eres una más en mi cama, sino la última, a la que recurro cuando quiero escapar de los finos cabellos, cadenas suaves, de las demás mujeres, de las que siempre quieren más, casa, coche y cariño, el paquete completo de un hombre partido en pedazos, que ya no se tiene ni a sí mismo.

—No sé hasta cuando podré contestar “No” cada vez que preguntes si estoy enamorada. Mi respuesta asegura tu regreso, no quiero darte un “Sí” y no volver a ver cómo cruzas mi puerta. No miras mis ojos buscando más explicaciones, me evitas cerrando los tuyos con el pretexto de un beso. A veces, quisiera que no preguntaras. A veces, quisiera que ya lo supieras. Para ti es necesario asegurar que nada ha cambiado.

Por eso es que si para que seas mío es necesario que yo sea casa de paso, lo hago. Me convierto en el lugar de descanso de lo que te agobia y persigue. Todo eso que cruzando el umbral de mi casa pareciera que no existe. No hablamos de amor, ni de cómo nos fue en el día. No te cuento mis deseos porque tú me hablas de lo que no quieres. Te escucho y cada vez tengo menos para decir. Me digo que te tengo más que muchas, más que todas. Pero eso no es consuelo para el corazón cada vez que te vas, sin saber cuándo te veré otra vez.

No sé cuánto más pueda callar. Tengo un “Te amo” cada vez más cerca de los labios. No sé si la próxima vez que me acerque a tu boca se me escape un Te Quiero que destruya todo. No soportaría empezar a recibir lo que das a cuenta gotas, como lo haces con todas. Prefiero cerrar la puerta cuando te marchas y recargar la espalda en ella, mirando al techo e ignorando a mis latidos que me reclaman el no ponerle fin al dolor que tu presencia provoca. Yo no tengo respuesta, sólo cierro los ojos y pienso “Ya sé corazón, soy una tonta”.

—No me pidas que exprese en palabras, lo que ni siquiera en latidos le digo al monstruo detrás del espejo, así como no le permito reconocer que la paz llega a mi espíritu en cuanto traspongo tu puerta, aunque erróneamente crea que es cuando traspaso tu cuerpo.

Para mí eres un refugio de piel y silencios, debería bastarte la respuesta que ofrece mi carne a las preguntas con las que la acoge tu cuerpo. Regreso cuando el aire de afuera enrarece mis pulmones y necesito la atmósfera que creamos con gemidos y sudores.

Conozco de ti, lo que realmente necesito, no quiero conocer más, por temor a necesitar más de ti y encontrar que el callejón sin salida, se ha convertido en un despeñadero angosto por el cual camino descalzo, desnudo y desvalido.

Abre la boca, mujer, pero no hables, cierra la piernas también, pero conmigo dentro, muerde mi piel con las uñas, clava en mi espalda la carnosidad de tu boca, golpéame con tus caderas, mírame con los ojos cerrados, como yo te miro cuando te beso con la necesidad entre labios y el corazón palpitando bajo tus aguas. Volveré mientras me esperes y me esperarás mientras siga arrojando una esperanza caliente en tus entrañas.

— No sé que tienes hoy que no traes el amor a retales; te desbordas sobre mí, como si quisieras acabarme. Tus manos me recorren impaciente, me besas con prisa de entregarte. Accedo y tú me arrancas la ropa, me llenas sin mayor preámbulo para asegurarte de que no quede un sólo espacio de mí que no tenga algo tuyo. La tormenta se desata y nos mecemos en las olas bravas, escuchamos truenos que nacen en nuestras gargantas y la luz de los relámpagos es provocada por la fricción de nuestros cuerpos. Quieres naufragar, ahogarte conmigo en ese mar de sal del que estamos inundados. No encontramos el derecho y el revés de las paredes, lo mismo nos da el piso que un sofá, la cama que la puerta. Y entonces nos pasa el amor mientras nos hacemos de horas.

Te dejas caer boca arriba y voy a tu encuentro para sellar nuestro desastre con un beso. Mientras tomo el camino hacia tu cuello, me detienes con “Te quiero, mujer” en el oído.

Me levanto. Te regalo una sonrisa torcida de esas que esconden los triunfos, y te miro.

No voy a contestar.

Germán Renko

@ArkRenko
Psicólogo y terapeuta de parejas.

8 respuestas a «Retazos de Amor»

  1. WOW, sin palabras. Bien por los dos, ÉXITO.

  2. Exquisito!!! Es exquisito!!

  3. INTERESANTE…

  4. Reblogueó esto en lisek01's Blogy comentado:
    no se por qué me recuerda a ciertos sujetos…

  5. No recuerdo haberte contado mi historia.

  6. Sublime compenetración. Que grato debe ser coincidir con personas que sienten de la misma manera.

    Bravo!!! Y felicidades a ambos.

  7. Thannk you for writing this

Responder a SusanCancelar respuesta

En tendencia

Descubre más desde Conexión Consciente

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo