M***, mi amada M ***, he querido escribirte desde hace días, desde que recibí tu carta, más he preferido que la calma regrese y la euforia mengue un poco, que permita que mis letras vayan menos cargadas de sentimiento y emoción, y mi entusiasmo no te cope. Cuando te escribía, lo hacía protegido en la ingenua idea de que era un monologo y resignado a que no me leías, sabedor de la fuerza de voluntad que posees no me hacía ilusión alguna que mis soliloquios llegaran a tus ojos, y con aprehensiva imaginación jugaba con la cruel idea que cuando los leyeras no sentirías otra cosa que un poco de vanidad y condescendencia, ya desprovista de todo sentimiento hacia mi, curada por completo del cólera y sin mas gusto por comer flores de amor, enferma del colera.

Hoy, al leerte sé que acaso uno de mis escritos te ha llegado y no  acierto bien que decirte, hace unos días, la noche del día que llegó tu email, vi The Butterfly Effect, y me identifiqué con el protagonista, comprendí que en sus zapatos yo habría hecho lo mismo, habría buscado salvarte una y otra vez, tenerte una y otra vez y si todos los caminos condujeran a tu infelicidad…te habría dejado libre, pero viva y feliz al fin.

Me encantaría comentar contigo El Amor en los Tiempos del Cólera, ahora que entiendes el dilema de Florentino Ariza, y el alcance de la decisión de Fermina Daza… ¿Acaso al verlos viejitos no te acordaste de ti, de mi?, de cuando dices que al llegar a la vejez recordaras nuestras interminables charlas.

Gracias por reponderme, y ahora que se que me has leído, me pregunto si no estaré yo también dando brincos en el tiempo, y causándote daño con mis letras y negándome a dejarte partir para siempre de mi lado.

Un beso, solo uno, pero eterno

Germán Renko @ArkRenko
Psicólogo y terapeuta de parejas.

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“Con las Alas en Llamas”
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Una respuesta a «M***, mi amada M ***»

  1. Oh, mi querido Germán, no tienes idea cuántas veces he querido escribirte para contarte de una aventura fantástica que surgió de la nada cuando por primera vez mis ojos se posaron en un tuit tuyo al que consideré irreverente para la mujer y el precio que pagué por mi desdén fue implacable de tu parte porque caí sumisa al suave roce tus labios, impresos en cada una de tus bellos pensamientos, vueltos reales en un mundo donde encontré a mi hombre ideal y contigo, sin tú saberlo, experimenté y pasé «diez días de luna miel», hundida en tu cuerpo, en tus caricias, en tus besos. Porque sin pensar que existías, pude vivir tan intensamente, como nunca lo he hecho en mi vida. Por eso, con este relato, me identifiqué y quise sosegar mi corazón y mi alma antes de hacerte ver todo lo que has despertado en mi cada vez que tengo el honor y el privilegio de leerte. Gracias por existir, sonrisa de mi vida.

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