Recado
Mi querida hada de alas tristes, entiendo perfecto lo que me cuentas y aunque quisiese respetar tu duelo, no puedo; poco me he caracterizado por hacer lo que debiera y mucho menos por hacer lo que me piden. De tal manera que hoy estoy aquí quebrándome los nudillos en el roble de tu puerta, solo para percatarme que no te encuentras. Te dejo en el buzón algo que escribí, lo dejo con la esperanza que a tus ojos regrese el gusto por la lectura y éste, extienda para ti como tantas veces, el boleto que te lleve de nuevo al mundo de la fantasía y la imaginación. Aunque pareciera obligada, como primera y obvia opción, una parada en la sección de reparación de alas, recomiendo mejor un paseo por tus lugares favoritos. No te preocupes si no puedes volar hasta ellos, un poco de ejercicio no le caerá mal a tus piernas y le servirá a tu espíritu para recordar que antes de aprender a volar, recorrió muchos kilómetros gracias a ellas. Cuando ya tus pulmones se hayan habituado a no respirar y sin embargo, tu sangre se sienta a mil oxigenada por el aire de este intimo lugar, te sorprenderás que tus alas… tus alas han empezado a sanar.
Germán Renko @ArkRenko
Psicólogo y escritor.





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