«La esquina»
Escrito romántico

De pronto, me sorprende darme cuenta que algo falta en mi cabeza, tanto tiempo estuvo ahí que me acostumbré a su fiel compañía. Al principio interrumpía mis pensamientos cada tanto, fuera en el trabajo o la calle, cuando leía o platicaba con alguien, en mis sueños y desvelos, siempre estaba activa en mis pensamientos. Cuando menos pensaba, ahí estaba sonriendo ante mi interés. Después se volvió pasiva, no interrumpía más mi diario vivir, pero continuaba enraizada en el mismo lugar, aunque sin sonreír, solo en silencio como fotografía. Si hacía inspección mental, la detectaba en la misma esquina donde le agradaba esperar para ser el motivo de mi levantamiento de cejas. Durante el día o la noche solía regresar a ese lugar tan solo para hacerle compañía a su mirada silenciosa e inexpresiva, como dos extraños a la espera del mismo autobús. Con el paso del tiempo, aquellas visitas a su esquina se espaciaron, un día sí y otros no, luego tres días sin pararme ni por error, luego fue un mes completo de no incluir esa escala al pensar o soñar, hasta que llegó el momento que olvidé por completo la esquina.
 
Hoy hice recorrido en mi cabeza, buscaba un lugar en especifico y al pasar por la esquina entre las calles nostalgia y melancolía, noté que algo faltaba en esa intersección, no era un lugar, ni un objeto, hice memoria y recordé a alguien que ahí solía estar, a una persona que quizá había sido importante para mí. Rememoré que en ocasiones había una mujer en esa esquina que sonreía o charlaba divertida conmigo, otras veces estaba bailando como si nadie la viera, en días soleados la veía tendida en la playa dorando su piel, en noches de luna la encontraba desnuda y con las mejillas encendidas. Sin embargo, hoy no queda nada en nuestra esquina, busqué su cara por las calles adyacentes, busqué rescatar el sonido de su risa en los callejones de mi mente y no la encontré. Pensé, quizás se ha ido de vacaciones o tal vez estuvo esperándome para despedirse y se marchó cansada de no verme llegar. Puede ser que se haya escondido en otro lado y lo hizo tan bien que ni siquiera el dueño de mi cabeza la puede encontrar. Pero todo fue inútil, la conclusión fue inevitable.
 
Por mucho tiempo, llegué a pensar que nunca saldrías de mi cabeza, porque fuiste salvación y condena, presencia y ausencia, pensamiento constante e inamovible dolor. Siempre tu cara de niña perdida y de labios huérfanos, el laberinto donde mis anhelos se perdían y el cuaderno donde mis dedos se afanaban en escribir en otro idioma. Te quedaste conmigo, a pesar de haberte marchado, sin importar mis deseos de expulsar tu nombre de mi delirante cerebro.
 
Finalmente este día, sin percatarme de tu salida, descubro que no estás más en mi cabeza, soy libre de ti, por fin.

Germán Renko @ArkRenko
Psicólogo y terapeuta de parejas.

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Una respuesta a «La esquina»

  1. Avatar de Cintia Amarillo
    Cintia Amarillo

    Aveces tomare espacios para conquistar el mundo,pero siempre volveré, porque sin ti, no hay victorias que celebrar.
    Amo profundamente tus escritos, aunque en Argentina no consigo tu libro.
    Sludos y besos. Cinty

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