Es mi turno…  de la TV escapan los sonidos de un programa de comedia, las imágenes desfilan una a una, acostado boca abajo espero la llegada de tus manos, esperando me den el alivio que tanto ansío, empiezas a tallar suavemente sobre mi espalda por encima de la ropa, el alivio empieza a llegar de manera gradual, en pocos minutos estoy con los ojos cerrados y olvidado por completo de lo que en la caja idiota acontece, me preguntas si me agradan tus movimientos y contesto con un “Mmmm Si” quedo y prolongado, entonces me quitas la camisa y siento en carne viva el calor de tus dedos deslizándose por todo lo ancho y largo de mi espalda, en eso digo con voz de timidez fingida y a la vez traviesa que se sentiría mejor con aceite, me pides lo traiga y con entusiasmo me pongo de pie en su busca, en menos de un minuto estoy de regreso y tirado de nuevo a tu lado, cierro los ojos y dejo mis brazos estirados hacia abajo en la misma posición que estaba unos momentos antes, ligeramente retirados de mi cuerpo y de donde se posa tu rodilla, oigo tus manos frotarse una contra la otra e inmediatamente después impregnadas de aceite se posan sobre mi piel, un calor relajante y placentero se siente y expande por cada lugar que pasan y aun después de haber pasado continúa la sensación por largo rato, tus manos recorren mi espalda de arriba abajo con las puntas de los dedos y van trazando pequeños surcos de fuego, que van haciendo de mi piel una sucursal de placer, siento las puntas bajar por mi columna, brincando suavemente en cada vértebra hasta llegar al final donde se topan con la tela del pantalón, con ternura inicias el ascenso hasta llegar a mis hombros los cuales acaricias con manos expertas y complacientes, de mi garganta escapan pequeños ronroneos de placer, no pienso en nada… solo disfruto cada nueva caricia… haces con mi piel lo que quieres y me alejas a cada minuto mas de este mundo, sumido en un limbo de calor y electricidad recorriéndome todo el cuerpo, tus manos ahora rodean mis brazos, tus dedos se encajan en la piel dibujando cauces imaginarios que desembocan en mis manos, vuelves a mi espalda acariciando la base de mi espalda justo en la región lumbar y sin pensarlo cada que tus manos se acercan a mis nalgas estas se paran buscando un poco de tu atención , sonríes al ver como reacciona mi cuerpo y me pides retire de mi el resto de la ropa, ya sin ningún obstáculo empiezas a dar masaje en mis piernas desde la parte alta de mis piernas hasta llegar a los pies, los cuales acaricias con suaves movimientos en circulo, que provocan que marejadas de placer suban por mis piernas hasta llegar a mi centro de placer, tus manos se mueven con lentitud dando descanso y placer en cada centímetro conquistado, siento tus manos llegar a los muslos y mis nalgas y estas se paran de nuevo llamándote a gritos con su atrevimiento, decides que ya es hora de darles lo suyo y con las manos extendidas masajeas su redondez, marcando las subidas con lentitud y con mayor velocidad en las bajadas, me encanta el ritmo con que lo haces y te lo hago saber con tenues gemidos, tus dedos van de bajada hasta llegar a la piel interna de mis muslos y cada que tocan esa zona siento punzadas de placer en la columna de granito que desde hace tiempo se agita bajo mi cuerpo, un gemido largo y profundo sale de mi boca al sentir tus manos explorando el interior de mis piernas justo a unos centímetros de mis joyas, con deliberada lentitud vas moviendo la mano hacia arriba poco a poco adentrándote entre mis nalgas aventurándote por la línea que las separa, el placer es profundo, sensual y atrevido, mi piel es una zona erógena gigante, desde ahora cada lugar que tocas manda intensas señales de placer al animal salvaje que habita entre mis piernas, me pides me de la vuelta y al hacerlo lo primero que llama tu atención es su rigidez y osadía al saludarte, te dice que ahí está y solo aguarda por su turno, cruel lo ignoras y masajeas mis muslos, mis pantorrillas y mis pies, tu guardián se mueve inquieto y se revuelve en cada recepción de placer, comienzas a acariciar mi pecho, contagiándolo con el calor de tus manos, con una punta acaricias el par de manchas oscuras, encogidas y excitadas que adornan mi pecho, haciendo círculos con el pulgar en sus puntas, luego bajas hasta el vientre, lo masajeas e introduces un dedo en el ombligo, tallándolo… y sigues bajando mas allá del vientre, acaricias el bosque que en tu camino encuentras y haciendo mas larga y tortuosa la espera pasas por un lado de aquel que por tu calor se muere, introduces tu mano entre mis piernas acariciando la zona cercana al saco de piel relleno de jugo de vida pugnando por salir de su encierro, por fin tus dedos se posan sobre el racimo de piel rugosa y tan solo rozarlo mi cuerpo entero vibra de locura, las delicias del contacto con tu mano se prolongan de manera exquisita, subiendo y bajando a lo largo de la longitud de mi torre, con movimientos lentos y acentuados que recorren y acarician todo, mis labios secos se entreabren dejando salir jadeos y ronroneos, mis piernas duras y estiradas impulsan el resto del cuerpo siguiendo el movimiento de ascenso y descenso de tu mano, mmmm mis ojos están cerrados, mi corazón bombeando sangre por cada vena, por cada arteria, mi respiración agitada y mi estomago contrayéndose sobre si en cada caricia, en cada fricción, siento como me estimulas y como haces que me transforme de hombre en animal en celo, abro lo ojos y veo en tu mirada el brillo del deseo, oh que bello es verte disfrutar de lo que provocas, esa sensación de tenerme en tus manos y hacer de mi lo que te plazca, ese ir y venir de tus manos sobre mi piel con deleite sin igual… se lo que intentas, deseas vaciar mis reservas, quieres hacerme explotar en éxtasis, lo se y no pretendo detenerte, es un masaje sensual, erótico y de servicio completo, mis piernas se tensan y mi excitación no puede ser ya mayor, con la otra mano acaricias mi pecho, en rítmicos y calculados movimientos que pretenden ir a la par de los movimientos de tu otra mano, de aquella que en este momento siento depende mi vida misma, subes y bajas, enrocada en su diámetro, frotas y tallas intercalado lentitud y suavidad con rapidez e intensidad, mis manos se aferran a la tela de la frazada donde acostado soy mantequilla derretida bajo el calor de tus dedos y cierro los ojos para concentrarse solo en el glorioso placer que siento en cada célula de mi ser, feliz, contento, percatándome de que el final se acerca, y tu en vez de buscarlo lo retrasas, oh que agonía sentirlo cerca y a la vez lejos, de nuevo inicias con lentitud todo, de nuevo el ritmo candente, las corrientes eléctricas, los chicotazos de placer, con mis nalgas impulsándome al encuentro de tu mano, lo quiero todo y lo quiero ya, me acerco… me acerco… el ritmo es rápido e intenso y conforme me acerco al éxtasis disminuyes la velocidad y te concentras en la intensidad , en apretar y resbalar tu piel sobre la mía, y así mientras en mi se desata una tormenta de jadeos, gemidos y ojos brillosos ahora abiertos y nublados… explota en tu mano un volcán, con mi erupción de vida, en lava ardiente de mi final orgásmico.

Después de darme unos deliciosos besos y unos minutos de reposo, recostada sobre mi pecho, te deslizas hacia un lado de espaldas y sé sin que digas nada que ahora es tu turno.

Germán Renko @ArkRenko
Psicólogo y terapeuta de parejas.

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“Con las Alas en Llamas”
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Una respuesta a «Ahora es mi turno»

  1. Increíblemente sexy.

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