Ese Temblor Indolente.

Estoy aqui, con la pluma recien bañada en el tintero, esperando que las palabras que no saldrán de mi garganta se dibujen con gracia y fluidez sobre este papel.

Aun persiste vivo en mí, el recuerdo de esa noche. Ante nuestros ojos, la vista esplendorosa de la ciudad, de grandes manchas oscuras importunadas por miles de luciernagas artificiales; tú y yo en la cima, abrazados, posando nuestras miradas uno en el otro, sin querer apartarlas, ni parar de disfrutar la reciente cercanía de nuestros cuerpos, y revivo la sensacion de tus labios pegados a los míos, que me arranca un suspiro, anhelante e intenso.

¡Caramba, como echo de menos hoy tu boca!, sentir la tibieza de su piel, apenas humedecida, trabando una dulce lucha contra la ternura de la mía, contra esa dulce manera con que suelo morder tus labios y dejar que muerdas los míos, contra la inevitable manía de los pequeños soldados negros de mi barba por causarte invisibles heridas en tu barbilla.

Me llegan memorias de esa deliciosa danza tribal en que se trenzan tu lengua y la mía. Como dos lanzas que juegan a hacerse daño, logrando solo lo contrario. Si, echo de menos a morir el néctar de tu boca, la delicadeza de tus labios y cada uno de tus besos, los salvajes y los tiernos, los timidos y reticentes, tanto como los demandantes y atrevidos; los suaves y los mordelones; los de labios frescos como los de labios hinchados y doloridos; los echo todos de menos.

En sueños y despierto intento sentir de nuevo que aprisiono tus labios con los míos y apenas si logro reproducir por un segundo esa placentera sensación que antes jámas me habia estremecido. ¿Cómo pedirle a un ciego que acepte de nuevo las tinieblas cuando sus pupilas han sido milagrosamente acariciadas por los colores de la vida?, ¿Cómo he de habituarme a ver tu boca, sin pensar en morderla, tallarla, chuparla, besarla, estrujarla, jalarla, mojarla y disfrutarla en todas las formas conocidas y junto a ti reinventadas?

Sin pensarlo un instante, hoy aceptaría mil ardores escociendo mis mejillas, por sentir de nuevo el temblor indolente de tus labios en los míos.

Germán Renko @ArkRenko
Psicólogo y terapeuta de parejas.

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“Con las Alas en Llamas”
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Una respuesta a «Ese Temblor Indolente»

  1. Wooooooooooo, me encanto.

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